Era martes y apenas eran las seis y cuarto de la mañana,
pero yo ya estaba en frente de la casa de Arian dispuesta a llamar al timbre.
Hoy había sido previsora y había salido antes de casa, por si se volvía a
repetir de nuevo la misma historia, así al menos tendría tiempo de buscar la
casa de Arian por mí misma. Lo último que necesitaba ahora era que además de
ser la peor luchadora de todos fuera también la tonta que se pierde en su
propia ciudad buscando una casa a la que va varias veces a la semana.
Llamé a la puerta decidida a hacerlo mejor que el otro día y
me volvió a abrir la puerta Muriel. Por si os lo preguntáis, sí, me achuchó de
nuevo. La verdad no podía evitar imaginarme a Muriel caminando por la calle
abrazando a todo el mundo que pasa lo suficientemente cerca como para cogerle.
Aunque supongo que nos salude así a todos por el hecho de que ha visto crecer a
todos y cada uno de ellos. Si esto fuera una familia, yo sería la hija recién
adoptada.
Muriel me soltó y se lanzó a abrazar a un recién llegado.
Pude reconocer a Nick una vez que Muriel le hubo soltado, o mejor dicho, una
vez que Nick pudo zafarse de los brazos de Muriel.
Con todo mi orgullo, que no es poco, me giré tal y como
había hecho la última vez que nos vimos y comencé a caminar ignorando su
presencia.
-No te pongas orgullosa señorita “No se pelear”-Ahora sí que
me había enfadado de verdad.
Le miré entre sorprendida, por haberme insultado de una
forma tan cruel, y asqueada. Nick se tapó la boca con ambas manos en un vano
intento de borrar lo que acababa de decir. Fue a soltar una disculpa, pero yo
ya había comenzado a subir las escaleras rápidamente.
Subí a la sala con Nick aún pegado a mis talones y
suplicándome que le perdonara. Así es Nick, nunca trata de ofender a nadie,
pero había conseguido tocar una de mis fibras sensibles y esto no se lo iba a
perdonar tan fácilmente. Le dejaría sufrir por un tiempo, es tan inocente.
La atmósfera de la sala fue pésima. Para mí, claro está.
Todos habían llegado y estaban sentados charlando tranquilamente entre ellos.
Todos salvo Mónica, que muy “amablemente” se había levantado tras nuestra
llegada.
-Nick no seas patético- el tono de Mónica no podía ser otro
que la sorna que siempre utiliza al hablar conmigo o, claro está, en temas
referentes a mí. ¿Se podrá saber qué le he hecho yo a esta tía para que me odie
tanto?- No tienes por qué ir suplicándole una disculpa a alguien como ella.
Pude escuchar un par de carcajadas entre el resto, al menos
habían tenido la decencia de intentar disimularlas…un poco.
Me quedé mirando fijamente a Mónica sin apenas pestañear,
centrando toda mi rabia y odio en esa mirada.
Nick me puso la mano en el hombro logrando que me calmara un
poco. No sé cuánto tiempo había permanecido así, pero al notar la mano de Nick
posándose en mi hombro pude fijarme en que estaba hiperventilando y al parecer,
por el ardor en mis mejillas, tenía la cara roja de rabia, la rabia que profeso
a esa estúpida de Mónica.
-¿Qué pasa? ¿Quieres pelear conmigo?-Miré bien a Mónica,
todo en ella parecía gritar que era la mejor, una especie de diva en potencia-
Aunque te recomiendo empezar con Liam y Nerelé.
Miré a Liam, el chico que parecía el más inofensivo del
mundo. Recordé cómo había luchado el otro día y a pesar de ser uno de los
peores del grupo me podía vencer con toda la facilidad del mundo.
La otra interesada era Nerelé, la niña de diez años. La
verdad, ella sí podía ganarme con toda la facilidad del mundo. La niña luchaba
que daba gusto verla. Tenía una técnica increíble, pero por desgracia a pesar
de su técnica aún era una niña y su fuerza no era mucha.
Esta vez la sala si se llenó de carcajadas, aunque provenían
de la pija de Mónica y el capullo de Manu.
Estaba a punto de llorar, notaba mis lágrimas querer
desbordarse y caer, lo cual habría sido un tanto lamentable por mi parte. Como
no quería que a mi currículum le añadieran también que era la llorona del grupo
aparté a Nick de un empujón y salí corriendo a la calle ya llorando a moco
tendido.
Me sentía el ser más patético del mundo, y de hecho es
posible que lo fuera.
Ahora mismo lo único que me apetecía era darle una paliza a
Mónica, lo cual estaba más que descartado, y no volver a ese lugar nunca más,
aunque seguramente Rodrigo no me permitiría abandonar las clases de Arian
nunca.
Miré a mí alrededor, estaba en el camino equivocado y para
mi desgracia aún no había amanecido. Caminé un poca más hasta encontrarme un
banco donde podía sentarme.
Eso era para todo lo que valía, para sentarme en un banco y
ponerme a llorar por lo patética que era.
Noté cómo alguien se sentaba a mi lado. Seguramente Nick
dispuesto a consolarme, pero ahora mismo no me apetecía que nadie me viera
llorar.
-¡Déjame sola y lárgate con tus amiguitos!- Sé que mi tono
había sido demasiado borde, sobre todo porque había venido hasta aquí para
consolarme, pero me daba igual.
-No te creas que somos tan amigos, yo tampoco he estado
mucho con ellos- Me sobresalté, esa voz no era de Nick. Miré a la persona que
había hablado y era una de las últimas personas a las que esperaba ver, detrás
de Mónica y Manu. La chica que me había seguido era la melliza, ¿Beth?- Sé que
nuestras situaciones son muy diferentes, pero yo también he estado separada de
ellos por mucho tiempo y aunque les conozco desde que nací a veces me siento como
una intrusa entre ellos.
-¿No te caen bien?- Negó levemente con á cabeza. Parecía
estar en otro lugar.
-No es eso. Tuve un accidente con uno de…de los otros-
Parecía como si hablar de ello le costara más que respirar plomo- A mi familia y
a mí nos atacó un grupo de ellos y desde entonces les tengo pánico y a luchar y,
bueno en general, a todo esto. Por eso no iba a venir a entrenar con Arian en
un principio, pero no quiero continuar así por siempre, ¿Sabes?
Miré a Beth, todo en ella parecía indicar que no estaba nada
cómoda y que estaba preparada para salir corriendo a la más mínima amenaza.
No sé qué decir. Yo realmente lo siento- Ahora sí que me
sentía patética. Mis preocupaciones son una soberana tontería, pero aun así no
podía evitar querer echarme a llorar cada vez que Mónica abría esa bocaza suya.
-Mónica no es tan mala cuando la conoces. Y si me dejas
darte un consejo deberías acercarte más a Liam, Remi y Francine y olvidarte del
resto. Bueno, claro está que no de Nick y de mí, yo ya te considero una de
nosotros- Al menos tenía una amiga más entre ellos.
-¿Y de tu hermano?
-Olvídate del resto por ahora…Raff no es malo, pero es un
auténtico pesado nunca me deja en paz.
Me miró con cara de complicidad y ambas nos echamos a reír
como si no hubiera mañana.
-Deberíamos regresar si no queremos que Arian nos regañe…ya
debe de haber entrado en clase.
-Ve tú. A mí no me apetece mucho ahora mismo- Beth asintió,
debía de intuir que no tenía planeado regresar a la clase de Arian.
-Pues si no vas a entrar te tocará esperar a Nick aquí, el
pobre parecía a punto de enloquecer de
preocupación.
Una vez que Beth se hubo ido permanecí allí sentada pensando
en cómo iba a reaccionar Rodrigo en cuanto se enterase de que me había saltado
una clase de Arian y que no tenía planeado volver nunca más.
El tiempo parecía haber pasado rápidamente, seguramente me
hubiera quedado dormida.
Nick había llegado a donde yo me encontraba y se había
sentado silenciosamente a mi lado. Al parecer parecía intuir que no tenía
muchas ganas de hablar del tema y ambos emprendimos nuestro camino a clase
silenciosamente.
-No hagas mucho caso a Mónica, ninguno lo hacemos de todas
formas- Sé que lo que decía era cierto, según me había dado a entender Beth,
pero aun así me daba rabia que siempre tuviera esos aires de superioridad.
- Ya, pero no es…
-¡Irene!- alguien me llamó de improviso dejándome con la
frase a medias.
Juraría que había oído esa voz antes, pero ¿Dónde? Miré a mí
alrededor buscando a la dueña de la voz. Una vez que la vi un escalofrío me recorrió
toda la espalda.
Era la chica que había visto no hacía mucho cuando iba a
recoger a Nerea. Y si mi memoria no me falla era una de los dragones de los
lagos. Agarré el brazo de Nick frenándole en seco.
-¿Irene?
Nick se quedó sopesándonos a ambas con la mirada.
Aelín se acercó aún más a nosotros para nuestra desgracia.
Según la reacción de Nick se puede deducir que él no tenía ni la más mínima
idea de quién era esa chica.
-Valla, ¿hoy no está tu querido maestro cerca? Menuda
lástima- La cara de Nick pasó de la indiferencia al terror en un instante.
-¿Es…?- Asentí ante la silenciosa pregunta de Nick. Ambos
nos preparamos para salir corriendo.
-¡¿Qué está pasando aquí?!- Tanto Nick como yo nos quedamos
profundamente aliviados de ver a Ángel acercándose hacia nosotros- Me da mí que
estás molestando a estos dos, así que lárgate, por favor.
-¡Por supuesto!, no era mi intención molestar- No sé qué es
lo que hacía que cada palabra que salía por su boca me provocara escalofríos.
Ambos tres permanecimos quietos hasta que Aelín desapareció
por completo.
-¿Os estaba molestando?- Ahora Ángel era quien se nos había
quedado mirando fijamente. A ver cómo explicamos esta situación sin desvelar
que somos dragones.
-No, es sólo que…es una prima de Nick, ¿Verdad?- Nick me
maldijo con la mirada.
-Sí, es mi…prima, está un poco loca y no nos llevamos muy
bien. Problemas familiares, nada más.
-Tú prima-Dijo Ángel asintiendo lentamente. ¡Mierda!, no
había colado. ¡Somos pésimos mintiendo! ¡Nos va a pillar!- Pues sí que debe
caerte mal, porque estás temblando.
Nick y yo nos quedamos plantados en el sitio aún sin saber
cómo reaccionar ante lo que acababa de suceder. Y para colma ahora Aelín nos
acosaba.
Llegué a casa, estaba agotada, enfadada y asustada por todo
lo que había pasado, pero lo peor estaba aún por suceder.
Subí a mi habitación inocentemente dispuesta a tomarme una
siestecita antes de comer y ahí estaba el, maldiciéndome con la mirada, quieto,
como una estatua.
-¡¿Cómo narices has entrado?!
Rodrigo no reaccionó, siguió mirándome fijamente cruzado de
brazos.
He de reconocer que sabe cómo acojonarme.
-¡Está bien! Lo siento- Miré de soslayo a Rodrigo esperando
algún tipo de reacción por su parte, pero siguió mirándome así por un buen
rato.
-Aun no lo has sentido- tragué saliva imaginándome infinidad
de formas que Rodrigo podía emplear para torturarme-¿Cómo se te ha ocurrido la
maravillosa idea de faltar a una clase del Maestro? ¿Sabes cómo me he quedado
cuando me he enterado? ¡Petarda!- Rodrigo elevó el tono hasta gritar, suerte
que no había nadie en mi casa.
-No quiero volver.
-Que no… ¿Qué no…?-Dijo entre leves carcajadas-¡¿Y a mí qué
narices me importa si no quieres volver?!- Ahora sí que debió oírle mi madre,
desde el trabajo- Como me entere de que vuelves a faltar a una sola clase de
Arian sin que estés medio moribunda te juro que yo personalmente me encargaré
de que lo estés.
-No voy a volver- Dije más vehementemente esta vez.
-Si lo harás- Continuó Rodrigo en sus trece.
-No, no lo haré. Estoy hasta las narices de ser el bicho
raro, la que sobra- Rodrigo pareció relajar un poco el tipo- No soy parte de
vosotros. No encajo y no creo que nunca lo haga. No sé por qué soy la única que
no ha sabido nada de esto hasta ahora, pero sea por lo que sea ha provocado que
esté fuera de lugar. A lo mejor es mejor así. Sobro en ese grupo y si lo que
quieres es que aprenda a defenderme entréname tú.
-Irene, no sobras. Eres la nueva y ellos se conocen de toda
la vida. Ten paciencia y verás cómo poco a poco vas encajando.
-No lo haré, y no quiero entrenar más con ellos. Además,
sólo les retrasaría, me llevan años luz. Hasta Nerelé es mejor que yo y tiene
diez años.
-Bueno, Nerelé no cuenta. Podría vencerme a mí…-Rodrigo se
enfrascó en sí mismo. Pensando en una posible lucha entre Nerelé y él
supongo-Está bien, tengo una idea…Hablaré con Arian para que me deje entrenarte
durante a un tiempo y cuando veas que tu nivel ha subido y te creas preparada
para volver con Arian regresarás, ¿De acuerdo?- Ambos estrechamos las manos,
ahora era un trato- Está bien, mañana empezaremos a entrenar…por cierto, no te
lo pienso poner fácil. Habrá entrenamientos todos los días- Me pareció oír una
risa maléfica, ya sabía yo que Rodrigo no podía ser tan amable…